sábado, 23 de octubre de 2010

La Pose del Indio ante Reinaldo.



El Indio, el Pintor y el Museo.
La Pose del Indio ante Reinaldo.
“Rotonda central. Planta baja, año 1888. Se ve al pintor Reinaldo Giudici al fondo pintando un mural. En primer plano posan los caciques araucanos Foyel, Inacayal y Coñuel, quién fue después portero del Museo. Moreno los trajo del Sur y los alojó en el Museo”. (No fue así, fueron traídos como prisioneros de guerra por el Ejercito Nacional y ante las gestiones en su favor del Perito Moreno fueron dejados en libertad, pero no se les permitió volver inmediatamente al sur y quedaron “asilados” en el Museo).
Estudio preciso aunque desprolijo de BB de la Pose del Indio ante Reinaldo.
Las flechas indicativas son versiones gráficas que aluden a las verdaderas flechas de los indios.
Anotaciones para una Teoría del Museo
En el año 1888, año en que Inakayal moriría, y no tirándose del frontón de la fachada del Museiom, como algunos dicen, porque si hubiera sido así, su esqueleto habría quedado partido en varios pedazos y la exposición pública del mismo,
su desmontaje, antes de colocarlo en la urna para ser devuelto a su lugar natal, Teka, y las observaciones y estudios científicos, no podrían haberlo dejado pasar. ¿O si?. Bueno, en ese año fatal, el pintor Reinaldo Giudici, pintor verista y socialista, de estirpe realista y nervio itálico, el dietético autor de la “Sopa de los pobres”, que se enseñorea en el Museiom de las Bellas Artes. Ese pincel
preclaro y lleno de medallas en las lides del Arte, fue comisionado para la pintura de murales temáticos en el Museo de la Plata. Como los indios vivían capturados o “asilados” hacía años dentro del relato del Museo, se propuso para la realización de uno de los murales el tema de la Toldería y a los mismos indios “asilados”, (algunos dicen que vivían en los sótanos del Museiom, pero en realidad, como ni siquiera estaba completamente inaugurado, el Museo podía tener espacio disponible
para los objetos animados también), se propuso repito, a los indios como verdaderos modelos directos de la cultura que fenecía, para que el nervio del Pintor produjera la energía mimética necesaria para conformar un documento artístico, antropológico y fotográfico.Ese era el plan. El mural no es el mejor de los tres que tiene
Reinaldo y su ubicación esquinera a la izquierda del visitante que entra al Museo, no lo potencia sino que casi lo esconde. Lo que se puede ver en la fotografía es a Reinaldo en su lugar del andamio y a los indios en patas en la rotonda principal,
principal para el público de a pie, porque los que venían en carruaje lo hacían por la rampa que hoy ocupa el Bar Lácteo del Museiom, (Con lo que chupaba Inakayal le vienen a poner un Bar lácteo, que hará el fantasma de noche, pobrecito. Porque les adelanto que hay quienes dicen que Inakayal al morirse, de la forma que haya sido, dejó su alma en pena rondando por el Museiom. Y sobre ese tema ya volveremos). “Reinaldo y la indiada”, podría haber llamado a esta magnífica foto un garca finisecular; Reinaldo de la bella Italia y tres caciques, dos indios sentados y una india realizando un rito desconocido de la cultura en desgracia. Los indios eran objetos animados, contrariando la práctica del Museiom, que propone objetos inanimados que nos hablen de la vida y de la muerte al ser “animados” otransformados en objetos animados por el Artista. Los objetos animados de colección son para
el ZOO que está al frente del Museo de La Plata. Aunque en realidad, los animales son también objetos inanimados, aunque estén vivos, porque carecen de ánima o “alma”. Y esto no es abstracto, porque el Padre Bartolomé de las Casas bien que discutió arduo y ganó el debate con la Inquisición, sobre si los indios tenían alma o ánima o no la tenían y debían ser tratados como a los animales. Bueno, pues parece
que quienes no la tienen son los animales, que están en el ZOO que está enfrente del Museiom de La Plata. Porque si los indios no hubieran tenido alma, tendrían que haber sido alojados, asilados o enjaulados en el ZOO y no andar por el Museiom libres y en patas y sin ninguna vigilancia, como testifican las crónicas. Y del ánima
al fantasma o ánima o alma en pena hay poco trecho, mis amores. Ya lo veremos. ¿Y que hacía Reinaldo?. Tal vez pintaba en las paredes de la caverna la memoria de aquellos aún vivos, pero capturados en el relato del Museiom, como objetos de estudio postrero y lastimero en su “tránsito” a la muerte definitiva, la muerte cultural. Reinaldo volvía a los indios objetos inanimados al pintarlos en las paredes del Museiom, los tatuaba en la piel del Museiom, los coleccionaba en el cuerpo del Museiom.
(Continuará)
bb