martes, 26 de octubre de 2010

Incendio intencional del Templo de la Cultura.


Título: “Incendio intencional del Templo de la Cultura”.
Autor: A. Benavidez Bedoya
Medidas: 60 cm x 80 cm.
Gran Premio Municipal
Salón de Artes Plásticas “Manuel Belgrano”
Año: 1989
Observaciones: curiosamente este grabado premiado por la Municipalidad de Buenos Aires representa al Centro Municipal Cultural “Recoleta”, se llama “Incendio intencional del Templo de la Cultura” (el Templo clásico delata su modernidad por la cercanía de la autopista). Este grabado forma parte del temprano análisis
institucional de bb. y hay otros dos: “Incendio intencional del Palacio de Justicia” (medio anticipatorio) y la “Inundación del Museo de Ciencias Naturales”, que se analizará dentro de poco, por tener como protagonista al Museiom pero hace 20 años. El gordo que lleva las antorchas es el gordo “Coca Cola”, un personaje de otro grabado. Grabado donde es asesinado el pobre Gordo.

Apuntes para una Teoría del Museo:
El Museo de La Plata, institución anterior a la Universidad de La Plata, y cuya anexión provocara el alejamiento de su Director el Perito Pascacio Moreno reúne en forma azarosa, ya que no coinciden en el momento de su creación, las partes del antiguo Museiom creado por Ptolomeo I: el Museiom o Templo de las Musas, un Observatorio, una Biblioteca, un Zoo y un Botánico. El Zoo está enfrente y es
Municipal, hay un Botánico y el Observatorio es de la Universidad. En cuanto a la Biblioteca, fue diseñada por los arquitectos del Museiom pero nunca construida y la Biblioteca universitaria ocupa ahora la misma manzana que la Facultad de Bellas Artes. El Museo de la Plata es el primero y el único Museo concebido dentro de un Proyecto cultural, el positivista y neoclásico con inclusión indígena, el único Museo
construido desde la piedra fundamental, sin la apropiación recicladora de los políticos tramposos: el Centro Cultural Recoleta era un asilo y el Secretario de Cultura Empacho O’Donnel le dijo al Arquitecto Yesso: “Hacéme lo más parecido a un Pompidú” y rajaron a los viejos, el Museo Yrurtia era la casa de Rogelio, el Fernández Blanco la casa de Noel, el Museo de Arte Decorativo la casa de los Errázuriz, comprada por el Estado Nacional y destinada a la cultura de Dogma más finoli, el Museo Larreta la casa de Enrique, el Museo Nacional de Bellas Artes
era un depósito de aguas, el Museo de Arte Moderno una fábrica de cigarrillos, el Centro Cultural del Centenario la Oficina de Correos, el Centro Borges una tienda gigante, de la cual mi bisabuelo era administrador, el Bon Marché, donde tenía taller Sívori como muchos otros pintores, y por eso aún (no sé hasta cuando) hay en la familia un pequeño paisaje “plein air” de Sívori, donde vuelan palomas cerca
de un silo de granos, lleno por ser la cosecha, el Museo del Tigre era un Casino, la Casa de la Cultura de Mardel la casa de verano de Victoria, y las de Invierno, una del Fondo de Arte y la otra como quinta de finde, todo cultural, reciclandi y manteniendi con mucho ñoqui masticandi, y así al infinito. Los ladrones de los políticos ponen menos plata reciclando edificios, que perdieron su función y nos usan para que la cultura exorcice a los fantasmas de las familias, los obreros,
los ancianos, jugadores o funcionarios desaparecidos. Las Criptas deben ser creadas para eso: para Criptas. Las Criptas conteniendo los tesoros de la Especie no deben ocupar espacios ajenos a esta función. Aunque lo hagan en el Primer Mundo, que tantos errores ha producido, para que luego sean obedientemente copiados en la
Periferia. Y es de hacer notar el pobre papel de nuestro Estado Nacional, si consideramos que los Museos creados últimamente para lo que son, o sea para encriptar el Arte que exalta los valores dogmáticos, los hacen los privados: el Fortabat, el de Costantini. El Museo de La Plata tenía una enorme sala para las Bellas Artes, los calcos que hoy están en la Facultad de Bellas Artes estaban
en la rotonda superior, era un Proyecto total con la precariedad conceptual de la época y quería sumar el Louvre al Museo Británico y a los indios americanos, con su arte y su osamenta, y el arte era importante que se viera, porque si los indios lo creaban era señal de que tenían alma nomás. Lo que hace distinto y especial al Museo Americano con respecto a los europeos son esos seres del Paraíso, caníbales, machistas, borrachos, esclavistas, feroces matando y robando y volviendo a matar al invasor, a todos esos gringos que tienen por Dios a un muerto clavado en pelotas en
una cruz, que pedazo de bestias, pero qué magnífica figura, qué vida llevaban en la más absoluta libertad, sin la moral barroca y nauseabunda que tenemos nosotros, qué envidia andar por el mundo con el pene al aire y las tetas hasta el ombligo, que huevos para cortar al caballo y chupar su sangre, antes de morir de sed en el desierto. Qué determinación para matar un animal y con su sangre bañar el pelo
al ir a matar o morir. Qué placer llevarse esa cautiva blanca, media desnuda, gorda, rubia y de delicada piel, que pintara el tano Della Valle, seguramente desnudando a una ninfa apetecida, a juzgar por ese gesto de entrega, que hace parecer posible un orgasmo con la Bestia ladrona. América y en especial la Patagonia, en toda su extensión, representaba y sigue representando para la conciencia occidental, el último lugar donde se podría comer la manzana y salir a buscar aquello que nos asegure la posibilidad de la existencia del Edén primigenio, aquél lugar donde no existan nunca más ni la moral ni el pecado ni el dolor ni la muerte.
Análisis: bb