jueves, 21 de octubre de 2010

El País de las manzanas.




Anotaciones para una Teoría del Museo
Otra vez la manzana tiene connotaciones de pecado,fueron los manzaneros araucanos los primeros en vivir de pacto en pacto con los blancos para no guerrear y los últimos en rendirse cuando decidieron hacerle frente al invasor. El “País de las manzanas” es la franja comprendida entre los ríos Colorado y Río Negro y la isla de Choele Choele. Ya Rosas en su Guerra al Indio había visitado el hogar de los manzaneros, que eran llamados así porque la manzana se daba en forma silvestre y ellos la usaban para la alimentación propia y de su ganado y la comerciaban con otros grupos. Eran recolectores y cazadores. Adaptaron rápidamente el caballo a su forma de vida, lo que los volvió más nómades de lo que eran. El cacique Foyel fue nombrado por el Gobierno Nacional “Gobernador del País de las manzanas”. La asignación de tierras trajo como consecuencia, problemas con los colonos, que llegaban de todos los puntos de Europa, y que con los años se dedicarían a evocar a los pueblos originarios.
La muerte de Yemull.
Yemull de joven, vestido y acicalado por el Muesiom.
Yemull, era un cacique indio manzanero coleccionado por el Museo de La Plata, era tuerto, fornido, de barba y pequeño de estatura. Yemull murió a la intemperie, tenía 81 años y lucía largos pelos negros y blancos entremezclados. “Su óbito ocurrió en la noche del 9 al 10 de Julio de 1916 0 1917 en Karwe Guiyen (Chubut). Para festejar el día patrio, el 9 de Julio, estuvo bebiendo en el boliche del lugar acompañado por Wilkaleu, éste, por su físico, era un excelente tipo de Gununa Kune (tipo étnico), cuyo idioma poseía. Borrachos y provistos de un porrón de ginebra, anocheciendo
ya, abandonaron la casa de comercio, pero a corta distancia desmontaron para continuar bebiendo. Heló intensamente: 10 o 15 grados bajo cero. Debieron quedarse dormidos. Lo cierto es que a la mañana del 10, un vecino halló muerto a Yemull como consecuencia de un síncope o por efecto de la borrachera y el frío; y a su lado, profundamente dormido, a Wilkaleu, quién, algo más joven y vigoroso, soportó la
terrible noche”. Carta del señor Tomás Harrington al autor de esta crónica: el antropólogo Milcíades Alejo Vignati.
Análisis y dibujo: bb