sábado, 3 de julio de 2010

El Arte, el Oro, el Museo y el Tesoro.


Apuntes para una Teoría del Museo:
El Arte, el Oro, el Museo y el Tesoro.
La estatua criselefantina de Atenea, obra paradigmática de Fidias,
imagen que presidía la nave del Partenón, nave equivalente a la nave
que descansaba a los pies de la pirámide egipcia para el viaje
al inframundo; esa hermosa imagen dorada y adorada
desapareció porque era una escultura de 12 metros de alto con una
estructura de madera recubierta de oro y marfil, y por razones
obvias fue reducida a pequeñas piezas, equivalentes en peso, llamadas
monedas. En la obra de arte confluyen tres valores: el valor dogmático,
que es aquél que ilustra el Dogma sea religioso o político,
el valor estético, que es aquél que aplica el Canon, o sea la Norma
que establece el umbral de armonía que la cultura de referencia
exige y el valor de cambio, que es aquél representado por una materia
por escasa codiciada. Todo valor está basado en la Fe, el valor Dogmático,
el valor estético y el valor de cambio. Fe en un discurso religioso o político,
fe en una estética de relaciones armónicas con el Dogma y fe en
la materia por escasa codiciada. Esta última, el Oro, tiene por sustento
la creencia, por el pitagorismo expresada, que considera al mundo un
desarrollo en expansión a partir de la partición de la Unidad, dando como
resultado que a mayor partición, mayor impureza y menor verdad.
Llevando entonces a suponer que todo aquello raro,
por ser distinto y escaso,
está más cerca de la unidad, la verdad y la pureza, o sea, está más
cerca de Dios, al no estar tan particionado y mezclado con similares.
El valor dogmático es relativo por la crisis de fe al igual que el valor estético
En cambio el valor de cambio es inalterable porque su público
no pierde la fe en él. En el Oro, digo, en él no pierden la fe.
Análisis: bb