jueves, 17 de junio de 2010

Amalita momificada.


Apuntes para una Teoría del Museo.
Informe de la Pequeña Cátedra sobre su visita a la Colección de Arte
Amalia Lacroze de Fortabat.
La propuesta institucional llamada “Colección” ha sido ampliamente usada
en todo el mundo, así que si bien analizaremos la Colección Fortabat,
este análisis es válido para muchos otros casos. No se trata de un Museo, sino
de la Colección personal de la Faraona del Cementum, material básico constructivo
desarrollado en el Imperio Romano. No es un Museo porque el sacerdocio del Arte
no participó en el dogma artístico que se atesora en su vientre. La Colección se
critica mal porque el sacerdocio compuesto por los críticos del arte, los curadores,
los historiadores o conocedores no pudieron incidir sobre el gusto de la Faraona.
Pero el resultado no es tan desastroso como dicen, hay tres situaciones
en la Colección Amalia Lacroze de Fortabat a destacar:
Primero el intento vano de hacer un pequeño Louvre. Un delicioso Turner,
un vaso griego clásico, algunas piezas egipcias, un mosaico bizantino, una copia de
una pintura de Pieter Brueghel el Viejo hecha por su hijo, un Rodin, dos
estupendos Greuze, pintor rococó buenísimo y algo más, no da ni para
el vestíbulo del Louvre. El Pequeño Louvre clonado es un intento vano.
La segunda situación a destacar es la obediencia al Canon de los autores
fundacionales del siglo XIX y a los maestros nacionales, algunos en flagrante
olvido desde hace décadas. Mucho gaucho y paisaje del interior de autor gringo.
Y la tercera situación y la más interesante es que la mejor parte de la Colección
es para una lectura rocambolesca. Ocurre que la Faraona del Cementum usó gran
parte de la plusvalía generada por la explotación de su materia básica,
el mencionado Cementum, materia que permite que puedan ejercer su
oficio millones de albañiles, usó gran parte de dicha plusvalía en vivir holgadamente
y otra gran parte la usó para comprar Arte creado por militantes de izquierda.
El núcleo más importante de la Colección, son las magníficas obras de Antonio Berni
(Partido Comunista Argentino), Spilimbergo (Partido Comunista Argentino),
Carlos Alonso (Partido Comunista Argentino), Juan Carlos Castagnino
(Partido Comunista Argentino) y varios otros filoizquierdistas o progresistas
como Gorriarena, Noé, Seguí, etc., etc. etc., etc. etc., etc. etc., etc. etc., etc.
Todos cambiando de lugar político pero siempre en la izquierda ideológica.
Descarto desde ya una crítica de colaboracionismo a los artistas, los cuales
serán en otra oportunidad analizados en su relación con el Coleccionista.
Lo notable de esta Colección es que tiene piezas exquisitas de raíz popular
como las de Castagnino, otras antológicas como las de Berni y unas 14 pinturas
de Alonso extraordinarias y todas son un manifiesto en contra del mundo
que encarna la Faraona del Cementum. Creo que en ese gesto de la Colección,
el gusto de la Faraona reconoce al Arte que expresa el mundo que generó
esa fabulosa plusvalía, lo reconoce cargado de futuro y lo atrae a la Cripta
para momificarse en la Memoria Colectiva rodeada del Deseo de la Especie.
Sigue.
Análisis: bb